El consumo de carburantes en León ha experimentado un retroceso durante el primer semestre del año, alcanzando las 168.000 toneladas, según los últimos datos facilitados por la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores). Este descenso del 1,9% en comparación con el mismo periodo del año anterior refleja una tendencia general en Castilla y León, donde el consumo total de carburantes de automoción ha caído un 0,2%, situándose en 944.629 toneladas.
El principal responsable de esta caída es el descenso en el uso de gasóleo A, que sigue en declive en toda la comunidad. En León, el consumo de este tipo de carburante se redujo en un 4,4%, sumando 138.993 toneladas. A nivel regional, el gasóleo A ha registrado una disminución del 1,9%, quedando en 786.316 toneladas.
Por otro lado, la gasolina ha mostrado un comportamiento más positivo. El consumo de gasolina 95 en León aumentó un 12,2%, alcanzando las 28.459 toneladas, mientras que la gasolina 98 también vio un incremento del 9,9%, con un consumo de 1.278 toneladas. Este crecimiento en el consumo de gasolina ha sido generalizado en toda Castilla y León, con incrementos significativos en todas las provincias.
El análisis por provincias revela una situación dispar. Mientras que Burgos y Valladolid registraron las caídas más pronunciadas en el consumo total de carburantes, con descensos del 6,8% y 4,2% respectivamente, otras provincias como Segovia y Salamanca experimentaron aumentos, con un crecimiento del 10,3% y 6,9% en cada caso.
Además, el sector agrícola ha mostrado una tendencia al alza en el consumo de gasóleo B, impulsado por las mejores condiciones climáticas para la campaña agraria. En León, el consumo de gasóleo agrícola creció un 11,4%, alcanzando las 53.969 toneladas. Sin embargo, este aumento no fue uniforme en toda la región, ya que provincias como Burgos y Valladolid vieron descensos significativos en el consumo de gasóleo B.
Estos datos reflejan las variaciones en el comportamiento del mercado de combustibles en Castilla y León, marcadas por la transición hacia combustibles más limpios y las fluctuaciones en la demanda del sector agrícola, que continúa siendo un factor clave en la economía regional.
